Por: Víctor López García
Uno de los debates aún existentes en el plano global, y también nacional, es el referido a quién maneja el poder en el mundo, si la política o la economía. Más aún, quién debería tener más preeminencia. Algunos (marxistas y liberales, sobre todo) sostienen que es la economía, sustentada en el mercado, quien tiene la hegemonía. Otros, afirman que es la política, solventada en la democracia, la que tiene el predominio. Si es la economía, estamos reconociendo que es el mercado fundado en la (no siempre) libre fuerza de la oferta y la demanda, la que dirime los destinos de la humanidad. Si es la política, estamos asumiendo que es la democracia expresado (también, no siempre) en la libre elección de autoridades la que dirige los fines del mundo.
Como es bien sabido entre economía y política existen mutuos condicionantes y hasta determinantes de causa y efecto; al punto que en espacios y tiempos específicos una es más importante que la otra. De tal manera que es difícil afirmar con firmeza cual es la que maneja al orbe. En alguna circunstancia concreta podrá ser la economía. En otro momento especial podría ser la política. Así ha ocurrido a través de la historia de la humanidad. Una y otra se corresponden mutuamente, al punto que no hay transformación económica que no tenga un vector político; como no hay cambio político que no tenga un motor económico. Por ello, individuos, grupos, organizaciones e instituciones pugnan por una u otra posibilidad. Unos quieren el dominio de la economía. Otros desean el predominio de la política.
Sin embargo, ni la política ni la economía actúan siempre con eficiencia y transparencia, que le otorgue legalidad y legitimidad a ambas; tanto consigo misma como en relación a la otra. La economía no siempre se sustenta en mercados plenamente libres donde efectivamente haya una plena libertad de los consumidores. En diversos casos tanto la oferta como la demanda son alterados por factores endógenos o exógenos que son digitados a propósito para obtener resultados favorables o desfavorables para unos en prejuicio de otros. La política tampoco con asiduidad se solventa en procesos electorales limpios y transparentes donde haya realmente una absoluta libertad de los electores. También en distintos casos tanto los procesos como los resultados son modificados por vectores propios o ajenos que son monitoreados con el propósito de conseguir objetivos positivos o negativos para algunos en detrimento de otros.
*Sociólogo, Politólogo y Comunicador.